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Cómics

Los fantasmas también pueden morir

  • Un nuevo y misterioso caso hará que esta pareja de peculiares sabuesos den lo mejor de ellos

Detalle de la ilustración de portada del cómic.

Detalle de la ilustración de portada del cómic.

¿Qué no haría uno por amor? Hasta los espectros tienen su corazoncito, y da igual lo lejos que tengan que trasladarse, si así puede volver a ver a su amada. Y algo de esto hay, ya que con la excusa del conocer nuevos lugares y huir del aburrimiento, Charles Rowland y Edwin Payne, jóvenes muertos y detectives, han viajado gracias a su peculiar squashear, trasladándose a los soleados Los Angeles, donde los ánimos no han cambiado demasiado…

Pero claro, donde ellos están siempre les persigue el misterio, en este caso van a toparse, de manera inesperada, con un trío de lo más curioso que, al igual que ellos, también han fallecido. Se trata de unos jóvenes thailandeses: Mervin, un chaval algo malhumorado que puede transformarse en una gigantesca y terrorífica serpiente; Jai, a la que mejor no le digáis que os enseñe la espalda… Y Tanya.

Con el tiempo conocerán que, al igual que los protagonistas, estos chavales fueron víctimas del más terrible racismo, el bullying más violento que, como podréis imaginar, desembocó en tragedia.

Y eso no será todo, ya que este trío, junto a Dom, se han autobautizado como los cazafantasmas de los espectros tailandeses que, como supondréis, no tienen nada que ver con lo que hemos conocido hasta ahora. Y además, resulta algo inaudito que estos se estén manifestando y cometiendo atroces crímenes en tierras norteamericanas. Siempre ha habido una invisible frontera, por llamarla de algún modo, que ha mantenido a los fantasmas y monstruos locales en su tierra…

Obviamente, alguien sabe lo que está ocurriendo, y mientras esta nueva pandilla hace sus pesquisas, encontrándose con el peligro en varias ocasiones, hay una persona, alguien que ha vivido durante cientos de años y ahora permanece inmovilizada, prisionera, esperando su momento que, tal vez, no tarde en llegar.

Unas de las víctimas de estos ataques va a ser el propio Charles, que continúa triste y taciturno, pensando únicamente en su perdido amor londinense, Crystal. El contacto con una horda de pequeños fetos hará que comience a pudrirse. Y sí, tal como reza esta reseña, hasta los que están en el más allá pueden morir, por lo que el tiempo corre tanto para salvar a Charles como para detener los violentos ataques de la terrorífica krasue, cuya presencia hiela la sangre de cualquiera.

Pornsak Pichetshole, el guionista de este cómic, no solo utiliza la mitología de su país natal, Thailandia, sino que en medio de una historia de misterio, pone sobre la mesa los tópicos con que los occidentales siempre relacionamos a su país, además de tratar esa lacra llamada bullying, que convierte en un infierno las vidas de los más jóvenes.

Jeff Stokely, con un estilo gráfico cercano al cartoon, rebaja algo la dureza de ciertos momentos en los que la violencia y el terror más absoluto se disparan. Y como gran sorpresa, nos encontramos con nuestro y admirado Javier Rodríguez, que ilustra con talento uno de los capítulos de esta miniserie.

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