Con la venia

Fernando Santiago

fdosantiago@prensacadiz.org

El síndrome Abel Caballero

Alguien debería contarnos cuánto cuesta tener la ciudad como un belén y que haga el cálculo desi la inversión merece la pena

Debe ser cosa del heteropatriarcado la obsesión por el tamaño que, según las feministas, tenemos los hombres. O igual es solo el sentido del espectáculo. El alcalde de Vigo ha impuesto la grandiosidad en la iluminación navideña. “Nos van a ver hasta en Nueva York”, llegó a proclamar. Así, la ciudad gallega se gasta un dineral en llenar de luces el centro, lo que han copiado otras poblaciones, Málaga entre otras. Parece que si no conviertes la ciudad en un quirófano o un plató de televisión el Ayuntamiento es un mamarracho. García Albiol en un alarde de testosterona ha alardeado del árbol de Navidad más grande. Al Kichi se le reclamó la iluminación extraordinaria de Navidad y Carnaval en cada calle, con la desidia habitual. Cualquier excusa era natural para hacer lo imprescindible. El PP ha llenado todo de luces en la estela viguesa, será que la colonia gallega de Cádiz debe ser influyente. La Diputación ha cubierto el edificio de lucecitas, lo que según parece ha gustado al personal, con una inauguración que parecía la de real de la feria, debe ser que la presidenta es de Jerez y repite lo que ha visto desde pequeña. Todo esto me parece un despilfarro. Debe ser mi espíritu sieso, que no puedo reprimir. Según mi mujer soy el Grinch y el resto del año soy, como decía Unamuno, “de qué se trata que me opongo”. Está bien poner luces, alegrar la vida del personal, no todo va a ser Perro Sánxe, golpes de estado, se rompe España, sicópatas y demás. No solo de pan vive el hombre, dale a tu cuerpo alegría Macarena. Bruno y compañía han tirado la casa por la ventana, supongo que con la excusa de que se fomenta el comercio local y todo lo demás, lo que reclamaba la concejala Gandullo en su anterior advocación. Alguien debería contarnos cuánto cuesta tener la ciudad como un belén y que haga el cálculo de si la inversión merece la pena. Otra cosa es si con tantas luces nos verán en Nueva York o en Puntales. Lo que sí hacemos es contribuir al calentamiento global. A veces se nos va la mano con el populismo, que la mayoría del personal no piensa en la descarbonización ni en la Cumbre del Clima, se sienten fantásticos viendo las calles más céntricas con las lucecitas, piensan que por unos días dejan de ser los parias de la Tierra, la famélica legión y se convierten en consumidores, el estatus natural en el que nos vemos abocados los que antes éramos meros ciudadanos. Ya saben ustedes que se empieza con un rosario en Ferraz o en San Antonio y se acaba recitando aquello de “hágase la luz, y la luz se hizo”. Ya no está Albita en Eléctrica de Cádiz y su grupo de mariachis disimulan cuando se recuerda. Cantaron Los Tontos que si te gustan las navidades eres tonto de nacimiento.

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