La imagen es inolvidable, como una de esas postales que tú siempre soñaste protagonizar en las fotos de los viajes que muestras a los amigos. La instantánea se podría producir en París, en Milán, en el centro de Sevilla… pero a partir de ahora se reproducirá también en la Bahía de Cádiz.

Ayer vi pasar el tranvía por la calle Real, lo vi tocar la campana delante de la Iglesia Mayor y me senté en La Mallorquina para verlo desde allí, sentado en su terraza, manchándome el bigote con el merengue de una bizcotela.

Me pareció soñar con que estaba en una ciudad de postal, porque a veces no nos damos cuenta de que tenemos postales muy cerca de nosotros y nos vamos a buscarlas a paraísos lejanos.

Hoy es un día importante para la Bahía de Cádiz y hay que disfrutarlo. Ya dentro de unos días hablaremos de posibilidades de mejora, pero cuando por la tarde, ya lejos de las fotos de los políticos, este medio de transporte empiece a funcionar tras una espera de 16 años, creo que apreciaremos la importancia que tiene para unir un poquito más las ciudades de la Bahía.

A mí me parece que poder disfrutar una mañana de la espectacular plaza de abastos de Chiclana y en media hora poder estar tomándote un poquito de bienmesabe en un freidor de San Fernando para terminar luego, por ejemplo, comiendo frente a la Catedral de Cádiz, en el bar Terraza, es algo digno de disfrutar.

El tranvía, con eso de dejarte en los centros de tres ciudades de la Bahía, permitirá disfrutar de jornadas inéditas a los que nos gusta descubrir las "joyas" de aquí. Nos quejamos muchas veces de que es complicado llegar a los centros de las ciudades y la gran ventaja del tranvía es que te pone ahí, a pocos metros de lo mejorcito de cada sitio.

Hoy tomaré un desayuno de esos glamurosos en el café de Ana de la calle Nueva de Cádiz y bien alimentao cogeré el tranvía o el Cercanías en la estación de trenes. Me pararé en San Fernando, delante del Ayuntamiento recién remozado y pasearé un ratito por la calle Real. Celebraré la buena nueva con unas croquetitas de la tapería de Javi y al final del día, río Iro parriba, me refugiaré contento en la bodega del Sanatorio para celebrar la buena nueva con dos rodajitas de butifarra de un deo de gorda y un moscatelito blanco, que es como el champán ese pero con viento de Levante. A ver quién supera eso.

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