El comandante Trasmallo, un lenguao de lo menos kilo y medio, era muy respetado en los océanos. Se hizo famoso porque rompió él solo a bocao cuatro anzuelos y era un experto en redes… no el Instagram y esas cosas, sino las redes de los barcos.

Lo había organizado todo con su estado mayor. A las ocho de la tarde, ya anochecido, siete cajas de acedías y tapaculos de la lonja de Sanlúcar atacarían por sorpresa una fábrica de aceitunas y se harían con todas las existencias, incluidas las chupadeos. En el cuartel general esperaba el real cuerpo de puntillitas 'Maestro Fernando Bigote'. Los cefalópodos lo habían bautizado así porque decían que no había humano que las bañara mejor en harina.

La misión de las puntillitas era comerse todas las aceitunas para separar la carne de los huesos, que serían utilizados como armamento en la operación Caramuerto. El comandante Trasmallo había dispuesto bien las tropas. La legión Boquerón y el regimiento de artillería Cachuchos y Borriquetes atacaría lo que es Conil y Barbate. Las brigadas Parpujas se ocuparían de Chiclana, y los voluntarios de estero, un reconocido ejército de lisas, robalos y doradas, se ocuparía de San Fernando, el territorio más hostil, ayudados por unos comandos de bocas de La Isla que darían bocaos en las mismas 'huevas de lumpo' a todo el que opusiera resistencia. Cádiz no sería atacado en homenaje a Don Kichi, "el único que nos ha respetado", señaló Trasmallo. Los chocos acorazados y unas almejas aún sin meter en salsa librarían la batalla de Puerto Real, y en El Puerto de Santa María se había encargado la misión a 'los Romerijos', unos langostinos que eran tan temidos que hasta los cangrejos azules huían al verlos. Tapaculos, salmonetes terciaítos, acedías y pijotas se ocuparían de Rota, Chipiona, Sanlúcar y Jerez, incluidas las pedanías.

A las seis de la tarde 600 corvinas de más de veinte kilos cada una comenzaron el lanzamiento masivo de huesos de aceitunas sobre las ciudades irredentas, a base de coletazos. Los ingenieros cazones, que siempre han tenido mucho ojo, reportan al comandante que con el primer lanzamiento de huesos de aceitunas han caído desmayaos 3.000 humanos vestios de caninas, otros 2.500 ataviados de brujas y otros 8.000 vestidos de caramuerto.

Liberadas las ciudades, el comandante Trasmallo ordenó a a la tercera compañía de coquinas de fango motorizadas desplegar en los mercados de abastos de todas las ciudades una pancarta que decía: "En Tosantos los que nos disfrazamos somos nosotros. Humanos go home… y dejad tranquilas a las calabazas, que son para echárselas a la berza… con todos vuestros jalowen".

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