Semana Santa de Cádiz 2023

Jaime Alvarado Gómez

Jueves en San Severiano

Suena el despertador, los pájaros se escuchan de fondo para dejar entrever repiques de campana de alguna iglesia cercana. Hoy es jueves santo, estoy entusiasmado por ver a mi familia al completo, mi madre ya está quemando incienso, y yo me dispongo a poner el casete con marchas y a releer el fascículo o coleccionable que hoy venía con el diario mientras desayuno con mi padre. No puedo entretenerme, hay que arreglarse e ir a casa de los abuelos a comer. Una llamada a mi amigo, para ver si tiene lista la túnica corintia y capirote y capa crema, y salimos para empezar la jornada.

Después del reencuentro y reposar la comida, la cita más esperada es un poquito antes de las seis de la tarde con mis primos y mis tíos, el lugar, pasando la fuente, por Acacias, a la altura de una papelería.

Los más jóvenes de la familia se sientan en el bordillo y con los aplausos del fondo ya se sabe que en breve los carritos de pirulís, manzanas de caramelo y pasarrato abrirán el cortejo despertando el antojo y capricho de los niños. Busco a mis amigos con la mirada, y ellos entre la algarabía saludan con el cirio, y avanza el cortejo.

Los primeros sones que se escuchan a lo lejos hacen que por contagio todo el mundo aplauda. Es un día de fiesta, familias y amigos que por trabajo o otros motivos no se ven quizás de una semana santa en otra semana santa. El aroma del incienso, poco a poco, envuelve la calle, primero un martillo, luego el tambor, la horquilla ya marca el paso en la acera y el árbol se mece mimetizándose, con los arboles de la calle, un ángel con un cáliz y un señor frustrado mirándole, la escena concluye con tres personajes durmiendo detrás, al ritmo de Costalero o Oración, que toca excelentemente la agrupación Polillas.

Ya vienen las mantillas, lo sé por qué ya comentan mi madre y mis tías, detrás de ellas lo que me llama más la atención el “mecío” gaditano, un paso de palio con los laterales verdes esperanza que al compás de Cádiz cofrade enfila con su manto verde y los varales de balcón a balcón, el recorrido que le llevará al centro. Esa trasera y ese vaivén, para mí, hacen una estampa única.

Me llama mi tía; antes de subir a merendar hay que ver los sagrarios. El primero está en la iglesia de San Severiano, y entramos un momento antes de ir a por las torrijas para ir luego en busca de las hermandades que salen hoy Jueves y Madrugada, con mi primo siempre la misma broma, ¿hoy aguantaremos la recogida del perdón y comeremos churros?

Y así varios jueves santos, pendiente del tiempo, si sale o no sale, con varios amigos, varios desayunos con churros, varias anécdotas, risas, varios momentos y cada vez faltando más personas, más familia e incorporándose otras nuevas…así varios años.

Hoy es Jueves Santo, algún pajarillo suena, me asomo y el cielo está encapotado, enciendo el incienso y pongo en la tele, por YouTube, la lista de marchas, todavía no me creo que hoy también falte Él, hoy no habrá momentos al lado de la fuente, ni reunión con algarabía familiar, quizás los que estemos quedemos para comer una tapa o para merendar,después cada uno cogerá un itinerario diferente.

Hoy no habrá nadie en la puerta de Tolosa Latour, ni comercios abiertos, al compás de las horquillas, ni sonara Oh bendita estrella, esas amistades que se ven de Semana Santa en Semana Santa tendrán que quedar fuera de su barrio. Esta vez no es por una pandemia, sino por el egoísmo de unos pocos que, dicen hablar en el nombre del señor, pero que no ven lo que mueve en este día, la hermandad de la Oración del huerto, y si lo ven están consumidos por los 7 pecados capitales, y eso habla en su propio nombre.

El eco que resuena y que escucho claro es “¿Por qué me has abandonado?” a los curas, a los hermanos, al barrio de San Severiano…

Hoy a las seis de la tarde, no sonará la algarabía de los hermanos y cargadores preparándose para salir, las familias reunidas, esa puerta de hierro, ese primer martillo, esa marcha, esos saludos, esa celebración en extramuros que inaugura la jornada del jueves santo cada vez más maltratada y dejada, por agarrar más el costal, que aferrarse a la horquilla.

Hoy a las seis de la tarde, ni el barrio de San Severiano, ni todo Cádiz ira a orar a Puertatierra con el Señor en el huerto de los olivos, hoy Cádiz se quedará dormido, como apóstol, y dará la espalda en el momento más importante y trascendental de la pasión, donde Jesús, acepta su destino.

Hoy a las seis de la tarde, unas gotas empiezan a caer, llueve, las lagrima de una madre que no entiende que el barrio haya abandonado a su hijo, pero que espera con gracia y esperanza que el año que viene vuelva atravesar el dintel de las puertas de tierra para completar una jornada gloriosa de Jueves Santo, donde les perdonará, porque no saben lo que hacen.

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