Haber sido madre ha sido lo más grande que me ha pasado. Supongo que la mayoría de las mujeres que puedan leer este artículo estarán de acuerdo conmigo. Lo más emocionante. Lo más maravilloso.

Esta grandeza no estuvo exenta de tropezones en esos primeros momentos en los que yo no sabía qué hacer, y temía cometer errores de madre inexperta que no entendía por qué el bebé lloraba estando alimentado y limpísimo. O de inseguridad ante algunas fiebres inoportunas. Y en una cura de humildad, con inquietud, levantaba el teléfono preguntando a la mía. Y ella, dulcísima, puedo imaginármela sonriendo, disiparía mis miedos mientras me susurraba las palabras mágicas: paciencia, hija.

Otro batacazo fue el estar convencida de que, a igual educación, iguales resultados. Terrible error: lo que fue válido para un hijo, no tuvo por qué serlo para otro… A veces, las opiniones entre ellos, ya adultos, son tan distintas que casi nos preguntamos si nos habrían cambiado a alguno por despiste en el hospital…

Broma aparte, la vida que soñábamos para el hijo-hija mientras crecía, estaba cargada de seguridades y de ausencia de riesgo. Pero eso no les resultó atractivo. Aquello que supuse vocación se dio de bruces porque eligieron profesiones que ni nos atrevíamos a imaginar. Y para colmo, en estos tiempos, con tanta incertidumbre.

Nos preocupamos si los vemos estresados. Si no sacan tiempo suficiente para descansar. Si no delegan para tener algunos momentos tranquilos.

Si alguna madre se atreviera a aconsejarles, puede que oyera que no lo íbamos a entender porque los asuntos laborales ahora, no son como antes, en nuestros tiempos.

Nuestros tiempos son estos. Vivamos el presente.

Que este primer domingo de mayo nos sirva para vincular y disfrutar con nuestras familias. Y será la mejor celebración si somos capaces de conseguirlo. Si sonríes cuando entran en la casa. Si disculpas que no te llamen tanto como tú quisieras, porque probablemente sea por falta de tiempo. Si valoras sus esfuerzos. Si les expresas tus sentimientos positivos.

El Día de la Madre no tiene 24 horas. Todos los días son día de la madre. Felicidades, señoras.

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