Provincia de Cádiz

De cuotas y partidos miopes, la injusta relación de mujer y poder político

Teófila Martínez, Esperanza Aguirre, Almudena Martínez, Ana Rosa Berraquero, Ana Mestre, Irene García y Josefina Junquera, este lunes en Diputación.

Teófila Martínez, Esperanza Aguirre, Almudena Martínez, Ana Rosa Berraquero, Ana Mestre, Irene García y Josefina Junquera, este lunes en Diputación. / Lourdes de Vicente

A pesar de la diferencia de tonos, de profundidades, de variar el foco hacia uno u otro problema, o reconocer las trabas con más o menos circunloquios –y con la nada sorprendente excepción de Esperanza Aguirre, que sólo legitima la lucha para hacer de hombres y mujeres iguales ante la ley–, políticas pioneras en ocupar cargos de relevancia en las administraciones públicas vinieron a demostrar con sus experiencias que la relación mujer-poder político es un empeño complicado, costoso, para el que hay que prepararse y del que no siempre se sale indemne. Porque del versus “cuota de género-meritocracia” en la configuración de las listas, de “partidos miopes” que a veces no ven el “oro” que tienen entre las militantes; de “micromachismos”; y de la machacona “puesta en cuestión” de la valía de la mujer política, entre otras piedras en el camino, se ha hablado este lunes en la mesa redonda que la Diputación gaditana organizó dentro del programa ‘45 años, 45 municipios’, que conmemora la edad de la constitución de los ayuntamientos democráticos.

El plantel, atrayente. De Esperanza Aguirre, primera mujer presidenta del Senado, a Irene García, primera presidenta de la Diputación de Cádiz; pasando por Ana Mestre, primera delegada de Gobierno de la Junta en Cádiz; Josefina Junquera, segunda diputada provincial y una de las pocas concejalas que formaron parte del primer ayuntamiento democrático gaditano; Teófila Martínez, primera alcaldesa de capital provincia; y con la participación de la actual presidenta de Diputación, Almudena Martínez, la jornada ha tenido lo justo (e irremediable) de argumentario partidista (PP y PSOE, se entiende) y lo mucho de cruce de visiones sobre una misma realidad “entre adversarias, que no enemigas” como ponía sobre la mesa la expresidenta de Diputación.

Porque también hubo lugar para desterrar falsos mitos, “que las mujeres no sabemos trabajar entre nosotras, absolutamente falso”, como clamaba Mestre, y para destacar este foro como “espacio de complicidades” más allá de las siglas –“venga ya, que nos miramos y todas sabemos lo que hay”, siempre clara Irene García–.

Y el “lo que hay” es “nada” si no hubiera habido cuotas destinadas a aumentar la participación política de las mujeres. Así, al menos lo defendía la socialista sanluqueña, pero también la popular jerezana, representantes de una generación de nueva política. Pero, ojo, también desde la veteranía y experiencia de Teófila Martínez se rompe una lanza hacia la discriminación positiva para que la mujer acceda a altos cargos. Si no tan claramente como García y Mestre, sí ciertamente definitiva cuando, al opinar Esperanza Aguirre que se elija al hombre y mujer que más valga, la primera mujer alcaldesa de Cádiz se gira, asertiva, para decirle a la primera mujer presidenta electa de una comunidad autónoma en nuestro país: “No, Esperanza, si no es así, eligen ellos”.

Ellos, los compañeros, a los que Teófila Martínez no nombra y despersonaliza oportunamente en “partidos políticos”. “La culpa de que la mujer no haya tenido más participación en la política es de los propios partidos políticos que han estado miopes y no han visto la aportación de las militantes y tampoco se han preocupado de algo que yo me di cuenta nada más llegar, que faltaban mujeres en la militancia de 35 a 45 años, que es donde las personas estamos en nuestro máximo potencial profesional”, analizaba la santanderina que, aunque aseguraba que nunca se sintió “discriminada” por su sexo, también reconocía que se preparó muy bien “estudiando una carrera que cursaban entonces 800 chicos y 3 mujeres”. “Me preparé estupendamente para la pelea”, advirtió.

Para la pelea... Martínez –de la que no se debe desperdiciar ni un subtexto– sí contó más a las claras sobre reuniones donde ellos “proponían” y ellas “opinaban” –“a lo que yo siempre cortaba, no, no, yo también propongo”– y de comentarios que todavía le chirrían como que en una lista “ a tal la han puesto, de eso nada, nosotras vamos”. Y luego, a trabajar como la que más.

Las integrantes de la mesa de igualdad del programa 45 años, 45 municipios, este lunes en Diputación. Las integrantes de la mesa de igualdad del programa 45 años, 45 municipios, este lunes en Diputación.

Las integrantes de la mesa de igualdad del programa 45 años, 45 municipios, este lunes en Diputación. / Lourdes de Vicente

Josefina Junquera, más suelta hablando de la gestión en aquellas primeras municipalidades, más parca en palabras para hablar de su experiencia personal en el PSOE, sí reconoció, sin embargo, que si ella fue en las listas, fue porque preguntó, “¿y yo qué?”, durante el reparto que sus compañeros, “incluido mi marido”, hicieron en su propia casa. “Ah, ¿pero tú quieres estar...?”

Ana Mestre tuvo que insistir y exigir la palabra delegada, en vez de delegado, del peto que le dieron para su primeras carreras de motos de Jerez. “Ellos veían tan normal que me pusiera delegado y yo veía tan lógico que quisiera que se leyera delegada...”, se seguía sorprendiendo Mestre –fue quien habló más de micromachismos que de estructura patriarcal como obstáculos en su carrera– a la que tampoco le importó cruzar opiniones con la que fue su alcaldesa, que restaba importancia al trato frívolo a las mujeres políticas como arma arrojadiza entre partidos, algo sobre lo que la vicepresidenta primera del Parlamento de Andalucía se revuelve. “Pues no debe ser así, ni hablar de apariencias externas, ni de la forma de ser, sino de debate político, porque cuando la frivolidad entra en la política, todo va a peor...”, respondía Mestre.

Irene García asentía y todavía se seguía enfadando por las pocas mujeres que llevaba el PP en las elecciones del que resultaría su segundo mandato. “Había más mujeres valiosas en el PP para estar en esa lista, y lo digo porque lo sé, porque las conozco”, sentenciaba la vicepresidenta segunda del Parlamento Andaluz que con la única compañera de mesa con quien mantuvo una postura radicalmente opuesta fue contra Esperanza Aguirre. “¿Por qué el debate es si tenemos mérito nosotras? ¿Ellos son todos tan inteligentes, todos se salían del mapa? ¿Por qué poner en duda la capacidad no ocurrió hasta que irrumpimos nosotras? ¿Qué pruebas se le ponían a ellos? Yo el psicotécnico te digo que lo paso”, expresó, no sin cierta dosis de guasa, García, también cargada ante una postura inicial sobre la problemática algo tibia por parte de Almudena Martínez que, al final, acabo reconociendo que aunque no le gusten las cuotas, “lamentablemente son necesarias”. Esperanza se quedó sola.

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