Es la persona más longeva de la provincia de Cádiz y de toda la comunidad andaluza

San Fernando: La abuela de Andalucía cumple 110 años

Ana María González celebró ayer su cumpleaños rodeada de buena parte de su familia.

Ana María González celebró ayer su cumpleaños rodeada de buena parte de su familia. / Lourdes de Vicente

Perfectamente cuidada, rodeada de buena parte de su familia y con fuerzas incluso para, aunque sea de manera tímida, poner su granito de arena para que ese soplido ayude a apagar las tres velas que presiden la tarta. Así es como Ana María González Sánchez, natural de Medina Sidonia pero vecina de San Fernando desde la niñez, celebró ayer por la tarde un cumpleaños más, el que hace la friolera de 110 años a su espalda, una cifra redonda que le permite mantenerse como la abuela no sólo de la localidad isleña y de la provincia de Cádiz sino de toda Andalucía. Y es que no hay datos que confirmen la existencia de una persona más longeva en toda la comunidad autónoma andaluza.

Cuando Ana María González –o la Yeya Ana, como la llaman sus nietos y bisnietos– nacía el 31 de enero de 1914 no hacía ni dos años que se había hundido el Titanic en aguas del Atlántico Norte. Y apenas tres semanas antes Charles Chaplin acababa de estrenar Ganándose el pan, la primera película de cine mudo protagonizada por el inmortal Charlot. Y cuando acababa ese mes de enero de 1914 se supone que Miguel de Unamuno estaría terminando Niebla, al igual que Juan Ramón Jiménez estaría dándole los últimos retoques a su emblemático Platero y yo, ya que ambos libros serían publicados a lo largo de ese mismo año. Y un último dato histórico: ese 31 de enero de 1914, con Alfonso XIII reinando en España, faltaban aún seis meses para que estallara la Primera Guerra Mundial.

Cualquiera de estos acontecimientos coetáneos al nacimiento de Ana María González vienen a ratificar la extensísima trayectoria vital de una señora que va perdiendo poco a poco su movilidad pero que puede presumir de seguir teniendo una salud de hierro pese a su avanzada edad.

"El otro día le hicieron una analítica y el médico se quedó de piedra cuando miró los resultados. Está mejor que todos nosotros y no toma ni una pastilla", resume una de sus nietas, Mila Rodríguez Silva. Y las dos hijas de la cumpleañera, Ana y Mari Pepa, explican que su madre no tiene problemas serios de salud, que mantiene su apetito de siempre y que sigue comiendo de todo, aunque a veces algunos alimentos tienen que ser previamente triturados. Eso sí, cuando alguna noche no puede dormir al estar más nerviosa o preocupada de lo normal, durante un par de días arrastra después una somnolencia bastante agudizada.

Desde hace ya varios años la Yeya Ana vive con sus dos hijas en un piso de la calle Las Cortes, en pleno centro de San Fernando. Cuando las tres enviudaron decidieron con buen criterio que para estar acompañadas, qué mejor que vivir bajo el mismo techo.

Aparte de sus dos hijas la familia de la cumpleañera está compuesta por cinco nietos y diez biznietos. Pese a ser un día laborable, muchos de ellos pudieron acercarse en la tarde de ayer para celebrar una efeméride que no está al alcance de cualquiera.

La Yeya Ana no está hoy para mucha charla. Cuentan sus hijas que un día normal suele mantener conversaciones directas con ellas. "Está pendiente de todo y cuando le sale el lado mandona se pone a dar órdenes, que si apaga esa luz, que si quita eso de ahí...", explica su hija Mari Pepa. Pero como hoy hay tanta gente en casa, quizás eso la aturde algo. Por eso no habla mucho aunque, pese a ello, no desaprovecha la ocasión para mostrar su buen humor, como cuando al hacerse una foto de familia con la tarta por delante suelta un "Qué cachondeo" ante la carcajada general.

Con movimientos siempre pausados la Yeya Ana saluda a todo el que entra, mueve la mano para decir adiós a quien se va e incluso toca las palmas al escuchar el "Cumpleaños feliz". Y la mirada se le queda perdida por un momento mientras contempla la luz de las velas, pero a renglón seguido deja claro que ya está cansada de hacerse fotos cuando se pone las dos manos sobre su cara. Y mira con cierta sorpresa pero sin decir una palabra la portada enmarcada del ejemplar de Diario de Cádiz de ese 31 de enero de 1914. Un regalo de un periódico centenario para una persona centenaria.

Mila Rodríguez Silva muestra a su abuela la primera página de la edición de Diario de Cádiz del día de su nacimiento, el 31 de enero de 1914. Mila Rodríguez Silva muestra a su abuela la primera página de la edición de Diario de Cádiz del día de su nacimiento, el 31 de enero de 1914.

Mila Rodríguez Silva muestra a su abuela la primera página de la edición de Diario de Cádiz del día de su nacimiento, el 31 de enero de 1914. / Lourdes de Vicente

La abuela de la provincia de Cádiz y de Andalucía dio un bajón físico a mediados de 2022, cuando estuvo ingresada un mes en el hospital por culpa del dichoso Covid. Pero aunque remontó cuando los médicos no apostaban por ello, Ana María vio claramente mermada su movilidad. Antes de ese contagio hasta salía asiduamente a dar un paseo por la calle, siempre acompañada, claro. Hasta fue a votar ese 2022, un día en el que, para acreditar su identidad, tuvo que mostrar su DNI, que, al no tener que ser renovado ya debido a su edad, es de esos antiguos, con un marcado color azul, que imperaban en España a finales del siglo pasado. Su documento fue expedido en el año 1991. Casi nada.

Pero tras ese paso por el hospital, el primero que tuvo en su vida, todo cambió. Ya tuvo que dejar de caminar por la calle y hasta precisa ayuda para moverse por su casa o para acostarse por las noches. Pero de estar todo el día en la cama, nada de nada. Para estar espabilada, nada mejor que permanecer sentada en ese sillón desde el que acaba de soplar las velas acompañada por una representación de sus bisnietos, a los que demuestra en todo momento un cariño especial.

La vida de Ana María González ya se ha contado en estas mismas páginas en cumpleaños anteriores. Pero nunca está de más recordar algunos de sus aspectos más novedosos. Y es que la abuela de Andalucía nació en Medina Sidonia, sus padres eran ambos naturales de Casas Viejas (cuando ese pueblo aún no se llamaba Benalup) y fue la mayor de cinco hermanas. Siendo una niña vivió un tiempo con su familia en Cádiz capital, aunque con nueve años ya residía en San Fernando, donde sigue viviendo a día de hoy.

Desde muy joven, y debido al fallecimiento temprano de su padre, Ana María se vio obligada a buscar un trabajo. Y ahí se convirtió en una pionera al colocarse primero como delineante en la Fábrica de San Carlos –lo que en San Fernando se ha conocido siempre como la Constructora– y trabajar luego en la Compañía Sevillana de Electricidad.

El DNI en vigor de la Yeya Ana fue expedido en el año 1991. El DNI en vigor de la Yeya Ana fue expedido en el año 1991.

El DNI en vigor de la Yeya Ana fue expedido en el año 1991. / Lourdes de Vicente

En 1940, cuando tenía 26 años, contrajo matrimonio con José Manuel Silva López, un contrastado artesano y pintor que tras fallecer en el año 2000 recibió una calle a su nombre en la zona de Camposoto aunque curiosamente el letrero de esa vía pública cita erróneamente al marido de la Yeya Ana como José María en vez de José Manuel.

Persona de muy fuertes convicciones religiosas, Ana María González sigue rezando todos los días el rosario y el ángelus. También recibe diariamente la comunión. En su vida, por cierto, la cumpleañera ha conocido la existencia de diez papas, desde Pío X hasta el actual papa Francisco.

La Yeya Ana sigue batiendo récords. Ayer, por ejemplo, se convirtió en la única supercentenaria que hay actualmente en Andalucía y en la cuarta de España. Porque cuando alguien supera los 100 años de vida se convierte en centenario, pero cuando cumple 110 años o más, el léxico demográfico suele emplear el término supercentenario.

Cuando el frío desaparezca la Yeya Ana volverá a dar sus paseos por San Fernando, aunque sea en silla de ruedas. Mientras, seguirá arropada por su manta, por su brasero y por una familia que la cuida como lo que es, una persona única. Por su edad y por muchas razones más.

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