El nacionalismo catalán vuelve a criticar a Andalucía

El día que Jordi Pujol se disculpó con los andaluces a instancias de unos alumnos de Puerto Real

Jordi Pujol, a la derecha, junto a Manuel Chaves visitando el Palacio de San Telmo de Sevilla en octubre de 1996.

Jordi Pujol, a la derecha, junto a Manuel Chaves visitando el Palacio de San Telmo de Sevilla en octubre de 1996. / Julio Muñoz/Efe

Hace pocos días el diputado nacional y portavoz de Esquerra Republicana de Cataluña (ERC) Gabriel Rufián, hacía unas declaraciones que no sentaron nada bien ni a buena parte de la sociedad andaluza ni a la propia Junta de Andalucía. "Me siento muy orgulloso de que mis abuelos huyeran de Jaén y de Granada respectivamente, hace 50 ó 60 años, para ir a Cataluña a un barrio de Santa Coloma de Gramanet. Podían haber ido a un barrio de Madrid o de Bilbao, me da igual, para vivir, para subsistir. ¿Saben de qué huían mis abuelos y mis abuelas? De los señoritos que probablemente hoy les votan a ustedes, sus descendientes… Así que me siento muy orgulloso", dijo Rufián dirigiéndose a los diputados del PP y de Vox en la sesión plenaria del Congreso celebrada el pasado martes en el Senado.

Esas declaraciones fueron contestadas incluso por el propio presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, quien acusó al político independentista catalán de "enfrentar a la sociedad y atacar a Andalucía haciéndole daño a base de tópicos". "Andalucía es tierra de gente trabajadora y honesta, esforzada, como la que emigró a Cataluña, donde yo mismo nací porque allí se fueron mis padres. Ya está bien de insultos. Respeto", reclamó públicamente Moreno.

Pero este nuevo ataque del nacionalismo catalán contra la sociedad andaluza no es algo nuevo. Precisamente este mismo mes de enero se cumplirán 27 años de un episodio similar que protagonizó el entonces presidente de Cataluña, Jordi Pujol, y que tuvo cierto protagonismo gaditano. En declaraciones a la Cadena Ser recogidas por diversos medios de comunicación el 31 de enero de 1997 el molt honorable Pujol reconoció "sentir vergüenza" por unos calificativos contra los andaluces que él mismo publicó en un libro y que calificó de "error garrafal". Por ejemplo, el político catalán afirmó que el hombre andaluz "vive en un estado de ignorancia y de miseria cultural, mental y espiritual".

Esos insultos contra los andaluces venían recogidos en el libro La inmigración. Problema y esperanza de Cataluña, escrito por él mismo, publicado en la clandestinidad en 1958 y reeditado en 1976. Precisamente la visión del nacionalismo catalán sobre la inmigración vuelve a estar ahora en boga tras las últimas concesiones realizadas esta misma semana a Junts por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

Las descalificaciones de Pujol contra los andaluces revivieron en 1997 desde la provincia de Cádiz. En primer lugar un ciudadano catalán se refería a ellas en un escrito publicado en la sección Cartas al Director de Diario de Cádiz el 20 de enero de ese mismo año. Y ello trajo consigo una denuncia que partió de un grupo de alumnos de octavo de EGB del colegio Nuestra Señora de Lourdes de Puerto Real.

Esa denuncia fue abordaba incluso ese mismo enero de 1997 en la comisión de gobierno del Ayuntamiento puertorrealeño. El entonces alcalde, Antonio Carrión (PP), calificó los hechos de "muy graves", lo que derivó en un pleno extraordinario y monográfico sobre las declaraciones de Pujol y en una queja formal.

A la vista del revuelo que se originó en Puerto Real, el presidente catalán se vio obligado a intervenir. De esta manera, en declaraciones a la Cadena Ser dijo que  le "producía vergüenza" leer lo que escribió en aquel libro décadas atrás y que aquello fue un error garrafal. No obstante, también recordaba que en la reedición del libro en 1976 ya se disculpó públicamente por esos calificativos en un acto público celebrado en Sevilla.

Los polémicos párrafos escritos por Jordi Pujol dicen literalmente esto: "El hombre andaluz no es un hombre coherente, es un hombre anárquico, es un hombre destruido, es, generalmente, un hombre poco hecho, un hombre que hace cientos de años que pasa hambre y que vive en un estado de ignorancia y se miseria cultural, mental y espiritual. Es un hombre desarraigado, incapaz de tener un sentido un poco amplio de comunidad".

Y proseguía: "A menudo, da pruebas de una excelente madera humana; pero de entrada constituye la muestra de menor valor social y espiritual de España. Ya lo he dicho antes, es un hombre destruido y anárquico. Si por la fuerza del número llegase a dominar sin haber superado su propia perplejidad, destruiría Cataluña e introduciría su mentalidad anárquica y pobrísima, es decir, su falta de mentalidad". 

  

 

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