La conexión gaditana del caso Pérez de los Cobos

Con la Guardia Civil hemos topado

  • El controvertido cese de Pérez de Cobos analizado desde la conexión Cádiz: dos ministros candidatos por la provincia y una sanluqueña al frente de la Benemérita

El ministro Grande Marlaska en un acto de la Guardia Civil en Cádiz

El ministro Grande Marlaska en un acto de la Guardia Civil en Cádiz / Fito Carreto

MIREN (como dicen los políticos en el Congreso), si hay una institución que, por hartazgo, tiene el poder de convertir un verbo intransitivo en transitivo es que los tradicionalistas se pueden ir olvidando de la tradición y los conservadores de las conservas. El verbo es cesar, que fue el artífice de las cesantías que aprendimos leyendo a Pérez Galdós. Cuando en la Restauración se cambiaba el Gobierno los ‘funcionarios’ cesaban en su cargo y daban paso a otros, que pasarían a ser cesantes cuando volviera a caer, por turno, su gobierno. Es decir, no les cesaban. Cuando un mando prescindía de un subordinado no le cesaba, lo destituía. Esto fue así hasta que en 2014 la Real Academia, cansada de la transitividad continua en los periódicos de este intransitivo dijo haced lo que os dé la gana. Y por eso hace quince días el ministro del Interior, Grande Marlaska cesó al coronel Pérez de Cobos. Y se montó la marimorena.

Pérez de Cobos, yeclano ilustre nacido en la provincia de Valencia, no tiene nada que ver con Cádiz y con Andalucía, pero todo lo relacionado con su ascenso y caída sí que lo tiene... tangencialmente. A estas alturas no hay que presentar a Diego Pérez de Cobos, ni tampoco a su hermano, Francisco, el estudioso de la familia, que fue el presidente del Tribunal Constitucional bajo cuyo mandato se declaró inconstitucional el estatuto de autonomía de Cataluña aprobado por el Parlament. Y este dato tiene sentido porque esto va de jueces.

Aquella decisión fue la mecha que prendió el procés y años después el ex ministro del Interior y ex alcalde de Sevilla, Juan Ignacio Zoido, juez, nombró al hermano de Francisco, Diego, el aventurero de la familia, director técnico del dispositivo para impedir la celebración del referéndum ilegal del 1 de octubre en Cataluña. Ya sabemos cómo salió aquello. Existe un consenso: aquello salió regular.

En este país existe otro consenso sobre cosas que han salido mal. El 8 de marzo de 2020 estábamos todos españoles con la mosca detrás de la oreja mirando de reojo a Italia. Pero el Gobierno no terminaba de parar el país. Con lo que fuera. Por entonces no sabíamos ni que existía el estado de alarma porque la mayoría de los españoles no nos sabemos la Constitución. Aquel 8 de marzo se celebró la manifestación del día de la mujer trabajadora, con menos mujeres que el año del me too. Y el Atlético jugó con el Sevilla en el Wanda con público y hubo madridistas que viajaron a Sevilla a ver al Madrid con el Betis y Vox celebró su Vistalegre y la gente no canceló sus comidas de colegas y la gente iba en metro y todo el mundo se movía de un lado a otro y el virus saltaba de unos a otros. Tres días después del 8-M 4.000 madrileños se largaron a Liverpool con el consentimiento de Boris Johnson y asistieron a la sorprendente eliminación de los reds por el Atleti. Media España ya se decía qué narices hacen allí los madrileños.

En la provincia de Cádiz el 7 de marzo se celebró un homenaje en Jerez al eurodiputado Miguel Arias en su jubilación al que asistieron 400 personas. Muchos asistentes vinieron de Madrid. Entre ellos , María Dolores de Cospedal, que dio positivo a los pocos días. Allí también hubo contagios.

De todos estos hechos al equipo de Pérez de Cobos se le encargó investigar sólo uno: la manifestación feminista. Se quería saber si el Gobierno era tan sumamente estúpido de mantener una manifestación a sabiendas de que habría cientos de contagios y enviar allí a varios de sus ministros. La teoría sería que todo lo que se autorizó ese fin de semana se hizo para no suspender la manifestación del 8-M. Es cierto que no existe investigación que pueda medir la estupidez de un Ejecutivo ni si eso tiene un encaje penal, sin embargo el equipo de Pérez de Cobos, actuando como policía judicial, entregó a la juez un informe de 83 páginas que era una chapuza.

El domingo 22 de mayo María Gámez, la primera mujer que dirige la Guardia Civil, nacida en Sanlúcar, hija del farero de Estepona, llama al coronel con un notable cabreo. Le pregunta por el informe. El lunes 23 de mayo el secretario de Estado Rafael Pérez, titular del juzgado de lo penal número 1 de Córdoba, firma su cese/destitución del puesto de confianza que ocupaba.

Como diría Cayetana Álvarez de Toledo, los hijos no tienen culpa de lo que hagan los padres. En el caso de Pérez de los Cobos, su padre, pediatra, fue el candidato por Murcia de la organización ultra Fuerza Nueva en las elecciones de 1977. No hay antecedentes familiares que le vinculen con la Guardia Civil. Pero eso es lo que él quería ser. Y Pérez de Cobos se tituló con galones en los años del plomo. Estuvo destinado en el País Vasco en los años más duros de ETA y allí estuvo presente en dos hechos muy recordados. Uno fue la detención de Kepa Urra, que pasaría la mayor parte de su condena en la cárcel de El Puerto. Pérez de los Cobos estaba a las órdenes del coronel Sánchez Corbí, que fue condenado por las torturas a Kepa Urra en 1992 (Aznar lo indultó en 1999). Pérez de los Cobos fue juzgado y absuelto al existir “una duda seria y razonable”.

Al lado de esto, en su hoja de servicios también se encuentra su momento de mayor gloria. Fue el encargado de dirigir el operativo que liberó al funcionario de prisiones Ortega Lara, que sobrevivió en 1996 y 1997 al secuestro en un zulo de ETA durante 532 días.

Tras cumplir sobradamente en el País Vasco, Pérez de los Cobos logró destino en Madrid. Aunque en el cuerpo es conocida su ideología conservadora, fue un socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba, un cántabro que fue candidato por Cádiz, el que le convertiría en su mano derecha. Desde entonces siempre ha sido el hombre de confianza de cuatro ministros.

Juan Carlos Campo citó a Juan de Mairena: El diablo no tiene razón, pero tiene razones. Y hay que escucharlas.

El que fue candidato socialista por Cádiz en las últimas elecciones, Fernando Grande Marlaska, que conocía bien a Pérez de los Cobos por haber combatido juntos el terrorismo, uno como juez otro como investigador, le mantuvo en el puesto. Hasta que la juez encargó a los agentes de Pérez de los Cobos que se hicieran cargo de esa extraña investigación. Al sospechar la judicatura que la destitución se habría producido por una actuación del coronel como policía judicial, los compañeros de Grande Marlaska montaron en cólera y la patata caliente cayó en las manos del ministro de Justicia, el gaditano nacido en Sevilla Juan Carlos Campo, también juez, también candidato por Cádiz.

El pasado miércoles en la sesión de control del Gobierno del Parlamento Campo tuvo que asistir a un momento surrealista, contestando a una pregunta que iba dirigida a Marlaska. El diputado popular se dirigía al ministro del Interior, pero contestaba el de Justicia. En todo este absurdo, Campo puso algo de sensatez, citó a Faulkner vía Shakespeare hablando del ruido y la furia y al poeta sevillano Antonio Machado, vía Juan de Mairena. Era Juan de Mairena el que decía “el demonio no tiene razón, pero tiene razones. Hay que escucharlas todas”.

El caso Pérez de los Cobos ha sido un peldaño más en la escalada de ruido y de furia. El antídoto viene del sur. Juan de Mairena. Hizo bien en recordarlo el sevillano de Cádiz Juan Carlos Campo.

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