La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Era mucho de los Negritos

Así es mi devoción heredada a Fundación y Ntra. Sra. de los Ángeles, enseñada tantos 2 de agosto y Jueves Santos

Es mucho de…” es una expresión que define una estrecha relación devocional con una imagen y de simpatía hacia la hermandad que le da culto, pero a la que no se pertenece. Cobra un cariñoso y especial sentido cuando se dice en pasado –“era mucho de…”– al referirnos a quien no fue un cofrade distinguido de la corporación, ni tan siquiera miembro de ella, pero mantuvo toda su vida esa anónima relación devocional con la imagen como algo importante, sustentador, iluminador.

Se dice cuando hablamos con un hermano de esa hermandad, como reivindicando aquella ligazón sin papeles, puramente afectiva, de nuestros padres o nuestras madres, invocando algo que nos une a aquel con quien hablamos, reivindicando de forma amable su anónima devoción. Se siente en los días grandes de cultos solemnes o besamanos en los que acudimos a visitar esa imagen como tantas veces lo hicimos con quien tanto era de ella. Y se siente con la mayor intensidad cuando la acompañamos un trecho en Semana Santa, siguiendo su paso como cuando éramos niños y nos llevaba de la mano como nosotros llevamos a nuestros hijos y ellos llevarán a los suyos, porque estas devociones anónimas se heredan.

Este “era mucho de…” se dice con una cierta melancolía vencida por el cariño y el consuelo. La melancolía, por la ausencia. El cariño porque en la sagrada imagen están fundidos como lo mismo el que teníamos y tenemos a quien perdimos y el que tenemos, como cosa heredada, a la imagen que, sin ser la nuestra en el caso de que pertenezcamos a otra hermandad, sentimos tan nuestra. Y el consuelo porque sentimos más próxima, más real, más viva su presencia ante la imagen que representa a Aquel que dijo “el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá” y a Aquella que aseguró que “su misericordia llega a sus fieles de generación en generación”.

Así es mi devoción heredada al Cristo de la Fundación y a Nuestra Señora de los Ángeles, tantos 2 de agosto visitando con mi padre la capilla, tantos Jueves Santos siguiendo al Cristo con él, primero, con mis hijos, después, con mis nietos, ahora. Saludo en su día grande a la Reina de los Ángeles como San Francisco, también hoy en su día grande del perdón de Asís, la saludaba en su oración diaria: “Salve, Señora, santa Reina, santa Madre de Dios. Salve, palacio suyo; salve, tabernáculo suyo; salve, casa suya; salve, vestidura suya; salve, esclava suya; salve, Madre suya”.

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