Análisis

Manolo Fossati

Mejor soñar

Con los proyectos municipales siempre me pasa igual: doy rienda suelta a mi imaginación optimista y dibujo en mi mente unos paisajes parecidos a aquellos que el PSOE presentó en la primera campaña democrática por las municipales

Como soñar es gratis, me permito soñar con el frente marítimo de La Isla en la zona de los polvorines de Fadricas una vez que el Ayuntamiento ha hecho posible que lo que hasta ahora era zona militar haya pasado a ser propiedad del pueblo de San Fernando. Ya sé que, como siempre (y tal vez como debe ser), los mejores sueños no se realizan nunca pero me conformaría con que lo que saliera de todo esto fuera un lugar con parque frente al mar y paseo desde el que contemplar los gloriosos atardeceres. Las viviendas que se pudieran construir en su cercanía serían bienvenidas, y adivino en sus futuros propietarios seres felices por una ubicación tan privilegiada.

Con los proyectos municipales siempre me pasa igual: doy rienda suelta a mi imaginación optimista y dibujo en mi mente unos paisajes parecidos a aquellos que el PSOE presentó en la primera campaña democrática por las municipales, hace tanto que sólo lo recordamos los que peinamos (los privilegiados) canas. Entonces, los carteles aparecían llenos de soles, jardines y paisanos felices que paseaban por esos entornos oníricos. Pues ya está: como en mis sueños.

Luego las cosas saldrán como salgan, y donde había dibujado un banco rodeado de flores frente al mar habrá un pretil sin gracia o un camino de grava descuidado, pero mientras, prefiero habitar ese mundo imaginado que los arquitectos diseñan en sus recreaciones virtuales impolutas. Prefiero también pensar que los políticos viven en ese universo cuando se ponen a proyectar, y que sus cálculos, negociaciones y acuerdos se dirigen en esa misma dirección de felicidad buscada, aunque luego la realidad amarillee la imagen soñada en los folios.

De todas formas, si me paro a pensar, el mundo real me baja al suelo, y si hago cálculos de edad combinados con plazos legales y económicos, me empiezo a resignar con la idea de que al menos los caminos que haya que transitar sean llanos y sin baches pronunciados, de manera que el taka-taka no encuentre muchas dificultades para acompañarme.

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