The Palace | Crítica

Imserso-provocación fallida

Polanski salta al vacío con la incomprendida 'The Palace'.

Polanski salta al vacío con la incomprendida 'The Palace'. / M. Abramowska

Por qué a los 90 años Polanski ha dirigido esta cosa es un misterio. Es cierto que su carrera no desconoce los altibajos. Ha rodado grandísimas películas que forman parte de la mejor historia del cine (Repulsión, La semilla del diablo, Chinatown -quizás su mejor película-, El pianista), ha adaptado a los clásicos buceando como pocos en las entrañas dramáticas de sus obras (su lectura de Thomas Hardy en Tess y de Dickens en Oliver Twist), se ha atrevido con una obra casi infilmable por su tono kafkiano-surrealista de Roland Topor (El quimérico inquilino), ha tratado con admirable severidad y rigor el antisemitismo francés (el caso Dreyfus en El oficial y el espía) y su trágica cumbre alemana (El pianista) basándose en historias reales, ha firmado obras de buena factura comercial basadas en novelas u obras teatrales de éxito (Frenético, El escritor fantasma, Basada en hechos reales, Un dios salvaje) o -uno de los rasgos que definen su filmografía- ha gustado de rodar incómodos relatos abismales de crueldad y autodestrucción (Lunas del hiel, La muerte y la doncella, La venus de las pieles) que enlazan con sus primeras obras polacas. Pero también ha dirigido malas (El baile de los vampiros, la carísima Piratas, que además fue un fracaso, La novena puerta) o muy malas (la en su día muy valorada Cul de sac o la justamente machacada desde su estreno ¿Qué?).

Con The Palace parece querer regresar a las dos últimas, rodadas en 1966 y 1973, y sobre todo a ¿Qué? (no debe ser una casual que aquí reaparezca, irreconocible, la Sydne Rome que la interpretó). Los lugares cerrados en los que los personajes se consumen y/o se destrozan -los barcos de El cuchillo en el agua y Lunas de hiel, el piso de Repulsión- que en las referidas Cul de sac y ¿Qué? son un castillo y una mansión. En este caso se trata de un lujoso hotel en el que en la víspera del inicio del milenio se reúnen dudosos magnates, sospechosos cirujanos, rusos aún más sospechosos, estrellas del porno, ancianas aristócratas o banqueros que serán las marionetas de un juego de títeres esperpéntico que, se supone, tiene una poderosa carga crítica.

Que el guión haya sido coescrito por Polanski y el octogenario director, actor y guionista Jerzy Skolimowsky, que coescribió con él hace 62 años El cuchillo en el agua, puede dar pistas -al igual que la presencia de Sydne Rome- sobre el posible carácter de esta película como un retorno del director a sus inicios más provocadores y en concreto a aquellas dos películas de 1966 y 1973. O quizás, en la que dada su edad y su situación personal posiblemente sea su última película, haya querido orinar, vomitar y defecar sobre la humanidad en su conjunto para mostrarle su desprecio.

Por desgracia lo que ha logrado es hacer una película aún más mala que ¿Qué?, hasta ahora el punto más bajo de su larga carrera. La grosería, el feísmo y la incorrección política no provocan, el humor negro o escatológico no hace reír, la caricatura de los poderosos y sus crímenes o vicios carece de fondo y de fuerza. El lujoso reparto mayoritariamente formado -salvo Oliver Masucci- por ancianas o perjudicadas glorias -Fanny Ardant, John Cleese, Mickey Rourke, Joaquim De Almeida- acaba de dar a la película un aire de Imserso-provocación fallida. Tan gran director merecía mejor final, en el caso de que esta sea su despedida.

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