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Enigmáticos mensajes póstumos, algunos versos de canciones, guiños a las aficiones de los seres queridos, objetos... Además de un intento de inmortalizar nuestro paso por la tierra, los mensajes grabados en las lápidas de los camposantos de San Fernando, Chiclana y Puerto Real componen un mapa de la memoria colectiva donde nos reconocemos como sociedad, con nuestras costumbres, nuestras filias, fobias e, incluso, nuestro sentido del humor. Porque cómo morimos también nos dice cómo vivimos, nos preparamos para el Día de Difuntos, que se celebra este 2 de noviembre, dando alas a esas inscripciones que, como mensajes en una botella, flotan sin tiempo en busca de su destinatario. Nuestra humana manera de rozar la eternidad
Puede que fuera su frase de cabecera, puede que la pronunciara con especial énfasis en sus últimos días, puede que dejara por escrito inmortalizarla en su epitafio o puede que sus nietos, en un ejemplo de cariño y genialidad, sean los autores de la ocurrencia. No tenemos certezas pero, con este epitafio, lo que nos queda es unas ganas locas de haber conocido al abuelo Paco.
No es el único ejemplo de inscripción con arte que encontramos en la provincia, en el camposanto de Puerto Real, la esposa e hijos de un finado le recuerdan que "como decía El Pistilla... ¡¡Hasta feria!!".
Desde el tiempo de los sumerios, los objetos ligados a la vida de una persona lo han acompañado en su muerte. Y aunque el sentido en nuestra sociedad de esta costumbre en el rito funerario poco tiene que ver con el de Mesopotamia, donde se creía que serían utilizados en la otra vida, no son pocos los familiares que siguen confiando en las cosas que nos cuentan como un último presente para aquellos que amaron (y que aman).
Una guitarra, un pequeño barquito velero, una bufanda con los colores del equipo de fútbol y, quizás más estremecedor, muñecas y pequeños juguetes dejado de caer en las cornisas, dan vida a algunas de las últimas moradas.
Aunque todos sabemos que todo texto puede llevar un subtexto oculto que depende de la interpretación, el tono o el contexto en el que se pronuncia dicho discurso, hay inscripciones en las lápidas de algunos cementerios gaditanos, ciertamente, desconcertantes y que piden que cerremos la boca ante cualquier interpretación imprudente.
Este "madre, dile a papá lo que no nos ha dicho a nosotros. tus hijos te quieren", es una de ellas, pero no la única...
Un recorrido por los cementerios gaditanos también nos habla del lugar tan relevante que ocupan los animales en la vida del hombre de hoy. Tanto que, de alguna manera, también quedan ligados en la muerte. Así, si en San Fernando una familia reconoce a "un corazón generoso, un gran canaricultor", en Puerto Real se puede leer una lápida con la inscripción "Yo y mis perros. Tu familia no te olvida".
Las bandas sonoras de nuestras vidas también son la melodía con la que nos recuerdan los que nos quisieron. Así lo entienden, al menos, los familiares que dejaron estos versos de la canción Deseo, de Pedro Guerra, o una versión de Lucía, de Joan Manuel Serrat, que está grabada en una de las lápidas de nuestros cementerios que dice así: "No hay nada más bello que el haberte tenido, nada más amado que lo que perdí". Porque la música también nos cuenta, como individuos, como generación, como sociedad.
También nos cuentan nuestros referentes y nuestras lecturas. Así "Somos dueños de nuestro destino. Somos capitanes de nuestras almas", que dijo el político y estratega inglés Winston Churchill, sirvió de inspiración para la vida de un gaditano fallecido o, al menos, para quien le grabó su lápida.
Ya se hayan convertido en auténticos lugares de peregrinación o ya pasen desapercibidos al ojo del visitante, en los cementerios de la Bahía y de la provincia de Cádiz reposan los restos de algunas de las personalidades de la cultura de nuestro tiempo como el torero Francisco Montes Paquiro, en el antiguo cementerio de Chiclana (San Juan Bautista), el escritor Fernando Quiñones o los cantaores La Perla y Pericón de Cádiz, en el Mancomunado de la misma localidad, Camarón de la Isla en San Fernando (cuya tumba también tiene su particularidad, que veremos más adelante) o la gran Rocío Jurado en Chipiona.
También es muy apreciado el monumento que reproduce la arcada de la fachada del Ayuntamiento de Cádiz en el mancomunado donde reposan los ex alcaldes gaditanos Cayetano del Toro, Eduardo Genovés, Manuel de la Pinta, Juan Valverde, Adolfo de Castro y Enrique Díaz.
Otra curiosidad, además muy cerca del mausoleo de Paquiro (que encabeza estas líneas), es la inscripción que atraviesa la gran cruz de una tumba vecina y que reza "Manguita", el nombre de la famosa marisquería chiclanera.
Aunque hay hermosos mensajes en serie ("quererte ha sido fácil, olvidarte imposible" o el más tradicional "tus familiares no te olvidan") que ayudan a los familiares en ese mal trago de elegir un epitafio para el ser querido que se ha ido para siempre, también se pueden leer inscripciones que no sólo destacan por su belleza sino porque nos ayudan a imaginar el carácter de la persona fallecida.
Este "Íntegro y alegre, Quijote cuerdo. Desde y por siempre te queremos"; el sencillo "Fuiste una tata maravillosa" o el, también visto en el cementerio San Juan Bautista, "Tu vida ha sido como un libro extraordinario donde nunca fuiste el protagonista" o "Fuiste una persona increíble, un gran ejemplo a seguir, algún día nos volveremos a ver" forman parte de ese conjunto de epitafios que nos emocionan.
Hay epitafios que son auténticas declaraciones de amor. De amor eterno. Esta inscripción en la tumba de un coronel de Intendencia, "la persona más romántica del mundo" se encuentra en el cementerio de Puerto Real donde también hay una lápida que declara "Mi Paco... eres el amor de mi vida". En San Fernando otro hermoso mensaje dice: "Aquí descansa un hombre bueno, aquí descansa un hombre noble, aquí descansa mi amor".
En ese grupo de inscripciones desconcertantes donde sólo emisor y destinatario comprenden, realmente, el alcance del mensaje, se incluye también este "Para tu familia la ausencia será tu olvido" o, el también (visto en el cementerio de San Fernando), creemos que más positivo, "si hubieses escrito tu funeral, creo que no hubieras borrado ni una sola coma".
Hay sucesos tan trágicos, tan injustos y traumáticos que, a veces, la mejor terapia es dejarlos por escrito. No sabemos si ese fin sanador es el que movió a los familiares de esta niña de 6 años a recordar en el cementerio donde reposan sus restos las dolorosas circunstancias que rodearon su muerte.
Además de objetos junto a las tumbas y nichos, otra manera de rendir homenaje a la persona desaparecida es serigrafiar en la lápida dibujos acompañados, o no, de un mensaje sobre el carácter o las aficiones de quien allí reposa.
Así igual encontramos unos guantes de boxeo grabados en una lápida que un barco de vela y, por su puesto, los escudos de los equipos (Barcelona, Madrid, Atlético de Madrid y de Bilbao, sobre todo) como cariñosos guiños a la vida de los familiares fallecidos.
Además de flores, mensajes manuscritos de auténtica devoción y algún que otro presente, la tumba de José Monge Cruz, Camarón de la Isla, también ha sufrido a lo largo de los años la cara menos amable del amor. Y es que si varios carteles en el mausoleo piden "no depositar las cenizas en el panteón de Camarón" es que más de un aficionado, irrespetuoso con la memoria de su mito, ha intentado reposar cerca de él.
No son pocas, las lápidas en nuestros cementerios que nos devuelven el recuerdo de ciudadanos que murieron en nuestra tierra pero que, posiblemente, en ella no nacieron. Así, y en mayor número en el cementerio San Juan Bautista de Chiclana, se pueden encontrar inscripciones en inglés que nos hablan de personas, curiosamente muchas de ellas, nacidas a final del siglo XIX o principios del XX y fallecidas en los años 70.
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