LA semana pasada asistí a la presentación del último libro de Blanca Flores que lleva por título "Las mijitas del freidor". Por supuesto un estudio sobre la obra de Fernando Quiñones y en concreto de los artículos que publicaba en este Diario de Cádiz bajo el título general de Las mijitas del freidor. Una presentación brillante que me hizo recordar los papelones de mijitas que podían comprarse en los freidores. -Una peseta de mijitas, por favor-.

También me acordé de Fernando Quiñones y, quizás por culpa de las mijitas, vino el recuerdo de ese fragmento de Las mil noches de Hortensia Romero en el que se cuenta de cuando en Cádiz "no había más de cuarenta o cincuenta coches, fuera aparte de los de caballo, que había muchísimos". Primero pensé en la facilidad de encontrar aparcamiento que habría entonces y luego en Fuera Aparte, una expresión tan nuestra, tan de aquí.

Al día siguiente asistí al acto de entrega de las Banderas de Andalucía. Escuché la intervención de la escritora Almudena Grandes, premiada en la sección de Promoción de Cádiz en el Exterior. Almudena Grandes habló de palabras que ella definía como "estrictamente maravillosas", y de entre todas dijo que su favorita es fueraparte. Otra vez, qué casualidad.

Sin embargo no es una palabra que recoja el Diccionario de la Real Academia. Miré en la Fundación del Español Urgente, y recomienda emplear en su lugar la palabra "aparte". También busqué en el Diccionario Panhispánico de Dudas, y me sorprendió encontrar la dureza con que este diccionario trata a fuera aparte o fueraparte, diciendo que deben evitarse en el habla culta.

Yo no creo que la cultura de una persona se pueda medir en función de si dice aparte o fueraparte. Más bien pienso que desconocer que existe una palabra tan bonita es perderse algo de la riqueza de nuestro lenguaje.

A lo mejor el Diccionario Panhispánico de Dudas es excesivamente severo, y no es para ponerse así. Además, fuera aparte de todo esto, ya estamos en carnaval y esta noche es la final.